De acuerdo con estimaciones del Foro Económico Mundial, el cambio climático tiene el potencial de llevar a 100 millones de personas a la pobreza en los próximos 15 años. Esto lo convierte en una amenaza para la humanidad sin precedentes, ya que el aumento de las temperaturas y los desastres naturales afectan la economía, la salud, la seguridad, la agricultura y básicamente el futuro de nuestro planeta.
A pesar de que México es un país muy vulnerable ante el cambio climático, es uno de los que menos preparados están para enfrentar este desafío, pues de acuerdo con el índice de Adaptación Global de la Universidad de Notre Dame (ND-Gain Country Index 2017), nuestro país se encuentra en el lugar 102 de 191 países en el ranking de readiness, o preparación, que mide la capacidad de un país para aprovechar las inversiones y convertirlas en acciones de adaptación.
En ese sentido, el término alfabetización ambiental y climática (environmental and climate literacy) ha cobrado relevancia significativa recientemente. Este concepto hace referencia precisamente a que los ciudadanos de todo el mundo comprendan las causas y los efectos que conlleva el calentamiento global y de esta manera sean plenamente conscientes de este fenómeno y puedan contribuir a solucionarlo.
Cada vez son más países alrededor del mundo que adaptan su currícula para introducir el tema del cambio climático y el cuidado al medio ambiente en sus sistemas educativos de todos los niveles para construir una ciudadanía más responsable y capacitada.
La alfabetización ambiental implica también cambiar actitudes y comportamientos entre las personas y ello resulta mucho más complejo que dotar a la ciudadanía de conocimientos. Las universidades tenemos un rol crucial para impulsar estos valores entre nuestros estudiantes. Entre otras cosas, nos toca asegurar que la oferta académica sea acorde a la demanda de profesionistas que desde sus distintas disciplinas puedan contribuir a mitigar el cambio climático, que todos los graduados se asuman como corresponsables en hacer frente a este desafío. Nuestro papel implica también conducir investigación para contribuir con conocimiento a la lucha contra el efecto invernadero, y establecer un diálogo con nuestras comunidades para buscar soluciones conjuntas.
La alfabetización ambiental y climática debe verse también como una vía para impulsar la empleabilidad de los jóvenes. El Foro Económico Mundial estima que se podrían crear 65 millones de nuevos empleos para 2030 en la transición hacia una economía climáticamente inteligente. Las profesiones de mayor expectativa laboral en la actualidad están relacionadas con el área sustentable, pues son altamente valoradas por las empresas y organizaciones que buscan dar soluciones al cambio climático.
Con una educación y un compromiso adecuados, las nuevas generaciones podrían crear soluciones innovadoras bajas en emisiones de carbono que puedan revertir la tendencia actual del cambio climático. Recientemente Shell publicó un escenario (Sky) que describe una ruta posible desde el punto de vista tecnológico, industrial y económico, para limitar el aumento de la temperatura promedio global por debajo de 2 grados centígrados desde los niveles preindustriales para el año 2070. Si bien es un escenario optimista, debiera ser un recordatorio de que es posible transitar a una economía baja en carbono, si tomamos medidas adecuadas hoy.