¿Tren Maya?
OPINIÓN INVITADA / Juan Manuel Ochoa Torres EN MURAL
Si bien la intercomunicación es clave, quizá un tren no fuese la mejor alternativa para la región del istmo, sur y sureste.
Una excelente autopista que aprovechara los tramos ya existentes y mejorara otros tendría diversas ventajas... ¿Cuáles?
Sería por completo autofinanciable, redimiendo bonos e intereses mediante peaje, y mucho más "flexible" y versátil, adaptándose bien a periodos con diferentes flujos vehiculares, característica singular de las áreas turísticas, pudiendo oscilar sin problemas desde niveles muy elevados a reducidos, a diferencia de los itinerarios y horarios preestablecidos y mucho más "rígidos" de los trenes, lo que le daría un muy reducido margen de maniobra ante unos contrastantes niveles de utilización, sobre todo si éstos oscilan de forma extrema.
Y si una vía férrea es menos adaptable a una demanda dada, ello se proyectaría en mayores costos de operación -con sus consecuentes pérdidas- sumado a inconvenientes para los usuarios nacionales y extranjeros.
Una vía vehicular como la descrita sería también capaz de desplazar perfectamente variados flujos vehiculares tanto de carga como de pasajeros de manera simultánea, aspecto incompatible con las vías férreas de alta velocidad.
La simultaneidad entre flujos de pasajeros y de carga, así como la adaptabilidad hacia flujos variados, harían que una autopista fuera la mejor alternativa de desarrollo social y económico del istmo, sur y sureste del País, factor decisivo para la intercomunicación no sólo en el aspecto turístico, sino del transporte de bienes agrícolas perecederos e infinidad de mercancías de muy diversa índole que podrían fluir en todas direcciones, lo que potenciaría la creación de más centros de producción y empleo en las áreas referidas.
Por si fuera poco, la inmensa mayoría de los insumos de una autopista serían nacionales, a diferencia de los de un tren como el proyectado, ya que, desde la fabricación de los trenes, que, si bien requerirían mucha mano de obra, ésta se proyectaría hacia el extranjero, en lugar de incidir en el empleo de nuestros conciudadanos.
Algo similar ocurrirá con la gran cantidad de refacciones necesarias para su mantenimiento; y dichas máquinas y vagones en cierto momento deberán reemplazarse.
Adicionalmente, a excepción de unos pocos tramos ferroviarios de pasajeros del mundo, todos pierden dinero y sólo subsisten mediante subsidios, recursos que podríamos canalizar a otras necesidades urgentes.
Aunado a eso, es altamente probable que gran parte de los turistas nacionales y extranjeros preferirán desplazarse por avión, para evitar tanto tiempo y cansancio de su traslado en tren.
Una excelente autopista transportaría también con gran comodidad variables flujos de turismo nacional y extranjero que la propia demanda determine, en vez de proceder exactamente a la inversa: pretendiendo que la demanda se adapte a un proyecto que quizá no haya sido lo suficientemente estudiado.
Una característica básica del pensamiento liberal, es la siguiente: el liberal siempre buscará ampliar el abanico de pensamiento y sustentarse en la opinión de auténticos expertos en cada materia, en vez de limitar proyectos al juicio o criterio de una sola persona o grupo, particularidad casi inequívoca de los grupos conservadores.
Por eso someto esta consideración a quien deba decidir sobre este tan importante proyecto. Son tantas las necesidades nacionales, que no podemos equivocarnos.
El autor es miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, y presidente de la Academia de Finanzas Públicas.

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