OPINIÓN

¿Fin de América del Norte?

OPINIÓN INVITADA / Juan-Pablo Calderón Patiño EN MURAL

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
El puerto de Tuxpan, por ser el puerto más cercano a la capital federal, ha desarrollado notables inversiones, pero pasan unas desapercibidas, las de la agroindustria en una zona que es un vergel. Además de los mercados de nuestros principales socios comerciales, nuevos destinos globales están demandando concentrados y esencias de frutas tropicales. Las certificaciones del comercio global y la eficiencia energética exigen la transición del combustóleo al gas natural, más eficiente, barato y respetuoso del medio ambiente. La incongruencia histórica de los estados del Golfo de México es que teniendo la mayor riqueza petrolera de la nación, no se les ha redistribuido para aminorar la deuda del desarrollo. Con la riqueza de gas natural en Estados Unidos, principal productor global, se ha logrado un gasoducto submarino de Galveston a Tuxpan que busca continuar a Tula, Hidalgo, para suministrar el fluido en el centro de la República. Gas estadounidense, una empresa canadiense dedicada a gasoductos y el uso del energético para la producción industrial y agroindustrial de México, sintetizaría el éxito de la idea de América del Norte. La continuidad del gasoducto está en veremos; un arbitraje internacional que llevará años y las extorsiones en el derecho de paso, pueden dar al traste con los avances.

Si la idea de América del Norte despertó interés desde los ochenta y se cristalizó en el TLCAN, la integración energética fue un sueño. A la demanda estadounidense para la apertura de la energía en México, imposible en esos años, se le remitió el mensaje si Washington abriría un acuerdo migratorio. La respuesta fue obvia. A la vuelta de los sexenios, México abrió la energía y nada recibió en el campo migratorio. Hoy asume una crisis humanitaria de migrantes y está en las puertas de un quiebre energético.

La idea de América del Norte, tan estudiada por el reconocido académico Robert Pastor, tuvo en el TLCAN su clímax. Antes del arribo de Trump al poder, temas como el cambio climático, fronteras seguras, competitividad y seguridad energética se delinearon en las cumbres presidenciales de los tres mandatarios de la región. Si el TLCAN respondió en buena parte a la competencia entre bloques comerciales, el pecado original fue creer que sería eterno. Muchos auguraron la pertinencia a una unión aduanera, que hubiera sido el fin de la soberanía de cualquier país de la región en su política comercial. El TLCAN era eso, un tratado de libre comercio no un mecanismo superior de integración, hoy en crisis por Trump que lo acusa de "todos los males de su país".

Un acuerdo tan asimétrico entre sus miembros tendría más temprano que tarde una crisis y más cuando no se delinearon mecanismos compensatorios de desarrollo a la usanza de la integración europea. Si México ya presentaba serias brechas regionales de desarrollo, el TLCAN las profundizó más, no obstante, es un error pensar que fue el causante de flagelos como la desigualdad social o la crisis en el agro mexicano.

Debemos preguntarnos si los núcleos de poder de Estados Unidos y Canadá siguen pensando en México en la idea de América del Norte o si es como el estado del clima, cuyo mapa de la región para ellos comienza en San Antonio, Texas. El presidente López Obrador con independencia del rumbo que tome la ratificación o no del TMEC en Washington y Ottawa, tiene la oportunidad histórica para plantear en una convocatoria de Estado, qué relación quiere México con Estados Unidos, sin duda, la relación más importante para los mexicanos, pero no por ello cerrar el paso a la diversificación global. Nadie puede negar que la marcada dependencia de un solo mercado ha desdibujado el carácter estratégico de saber diversificar riesgos y oportunidades con otras latitudes, sin embargo, ante el final de la idea de América del Norte, que quizá la historia le ponga en corchetes, se debe actuar con realismo y con capacidad para construir diversos escenarios.

___________

El autor es internacionalista por la Universidad Iberoamericana.